31.1.08

Más sobre los hermanos

Mi hijito F. tiene una frase que me encanta: "Cuando esté nacida la hermanita..."
Me gusta simplemente porque incluye su presencia actual.
La utiliza para encabezar todo tipo de expresiones. Desde "la voy a defender si alguien le quiere pegar", "la voy a tener "a la pepa" (así le dice al upa), "cuando llore, le voy a mostrar este muñeco gracioso para que se ría", "vamos a ir al circo", "la voy a cuidar cuando esté durmiendo"...etc, etc.
Respecto de este último tema, fue una de las últimas cosas que, charlando sobre como va a ser la vida cuando "esté nacida la hermita" fueron tomadas por él, como algo importante en el cuidado de la bebé.
De hecho anduvo ensayando con un "dinosaurio marino dormido de tela suavecita" (fieltro) que me hizo hacer, como dejar dormir: no haciendo ruidos muy fuertes, envolviéndolo con una mantita y llevándolo en brazos.

30.1.08

Bellísima

"Mujer embarazada

Mujer que comienza a escuchar hacia dentro,
que dilata los oídos hacia su interior
al tiempo que su piel se dilata hacia fuera.
Mujer que hace de todo su cuerpo un oído,
una palma sensible que capta
el mínimo movimiento en su seno,
que vive hecha atención,s
iempre atenta, siempre esperando,
siempre celebrando el gesto mas nimio
sentido o intuido en su interior:
los mínimos movimientos en los que siente
y presiente la presencia de una nueva vida
que nace en su propia vida.
Mujer.Tiempo de esperar
no lo que viene desde fuera,
sino lo que late y pulsa por nacer desde dentro,
desde ese adentro abierto,
ese abismo del misterio donde se origina lo humano,
ese abismo del origen donde Dios pulsa por hacerse
carne en nosotros,
por hacer de nosotros un lugar donde latir,
un latido desde el cual decirse".

Hugo Mujica

(Me la acaban de mandar de Ñukeyen)

Imágen y 3 palabras V

Sueños.
Confianza.
Entrega.

29.1.08

Amor fraternal

Como ella, este hermano mayor está de lo más emocionado con la inminente llegada de la hermanita.
Ayer, nos decía algo así: "Tenemos que compartir a la hermanita. Ustedes la cuidan un ratito y después la dejan conmigo, si?".
Y también se colgaba acariciándome la panza, como nunca antes.
A cada momento la incluye en paseos y situaciones cotidianas. Que le va a dar de comer. Que cuando llore la va a buscar para que mamá la ayude. Que vamos a ir a pasear en globo y en submarino y que vamos a ir al polo sur, con la hermanita. (No le prometo nada...ja, ja!)
Que le va a cambiar los pañales, bañarla...que quiere que duerma en su cuarto...
Va a haber que pedirle permiso para buscarla...

A mi esposo y a mi nos emociona verlo con tanta ternura para con su hermana.
Al margen de eso, está hipersensible y mimoso. Supongo que está acumulando atención exclusiva para cuando tenga que compartirla.

28.1.08

30 días

Eso es lo que falta para mi FPP.

30 días son muy pocos para estar lista.
30 días son muchos para esperar.

30 días para vivir, para hacer, para aprender.
30 días para descansar, disfrutar, soñar.

30 días (faltan) para verte, olerte, tocarte.
30 días (quedan) para sentirte, llevarte, alojarte en mi.

30 días para (terminar) ordenar, limpiar, recordar.
30 días para (empezar) romper, desordenar, olvidar.

30 días para terminar una etapa.
30 días para comenzar una nueva.

30 días para cambiar nuestra forma de encontrarnos.
30 días que no cambiarán nuestra forma de querernos.

27.1.08

Imágen y 3 palabras IV

Sosteniendo.
Alojando.
Protegiendo.

Tolerar y disfrutar

Mi bebita está muy grande. Falta tan poquito. Sigue intentando moverse mucho armando maremotos en mi panza.

Estuve por el hospital, en el curso. Me falta solo una de las charlas. Muchas impresiones, menos dudas, sé más que esperar y que evitar. Veremos...

Estoy muy cansada, con varias molestias. Sobre todo que se me hinchan manos y pies si ando mucho. Cuando me acuesto me dan nauséas -inmediatamente corrijo la posición-, pero igual es bastante molesto y estoy con los intestinos bastante revolucionados.

En fin, perdón por tanta queja.
No quiero que los malestares me tomen.
Estoy en esa fase en la que ya quiero que nazca, no sólo porque deseo verla, conocerla. Sino también porque siento que ya está demasiado grande para mi cuerpo.
Le estoy diciendo que lo vaya pensando...Le estoy haciendo promesas...veremos si la convenzo...

Por lo pronto, tampoco quiero que nazca antes de las 38 semanas, con lo cual, lo que me queda es armarme de paciencia, intentar paliar los malestares y sobrellevarlos lo más entera posible. Y aprovechar esta última etapa para seguir preparándome para recibir a mi hijita.

Nacerá cuando ella lo decida, cuando sienta la necesidad, cuando esté preparada. A mi sólo me queda esperar. Y a su padre, además de eso, aguantarme, que no es poco.

Quiero poder disfrutar de lo disfrutable y tolerar lo que me trae esta última fase en cuanto a incomodidad y molestias. Lo tomo como una especie de entrenamiento!

Cuando escucho mamás que comentan que tienen que hacer duelo por la panza perdida, yo no logro comprenderlas. Lo entiendo desde las razones, pero corporalmente mi registro y vivencia de esto es totalmente diferente.

26.1.08

La panza real

Mechada entre tantas imágenes artísticas, aqui les muestro mi panza real.
A nuestras 35 semanas de embarazo.
Estoy en la salida del Hospital donde nacerá mi hijita.

Las 3 palabras para esta imágen... hummm...dejenme pensar.

Tal vez las mismas de la entrada anterior.

Me siento muy femenina estando embarazada. No sé si linda, tampoco cómoda. Pero si, muy femenina. Y observé lo mismo en las mamás de las charlas sobre parto.

Plena como esposa, como mujer, como ser humano.

Y realmente llena de vida, llena de emociones, llena esperanzas, y de amor para mi hijita.
Cada vez falta menos y sueño despierta el momento de nuestro encuentro (fuera de mi). Cada vez más cercano, más tangible, más inminente.

23.1.08

Imágen y 3 palabras III


Femenina.
Plena.
Llena.

21.1.08

Imágen y 3 palabras II

Sentires paradójicos: Dolor y color.
Mirada y sostén.
Conociéndose.

Imágen y 3 palabras I


Abrazo entrañable.
Unión profunda.
Encuentro de amor.


Imágen y 3 palabras - la serie-

Resulta que encontré en internet varias obras de arte que me gustaron: pinturas y esculturas, sobre el tema "Maternidad".
Así que, ya que este blog, viene ultimamente muy cargadito de palabras sin imágen, inauguraré una serie de entradas con imágenes, acompañadas sólo de palabras relativas a las sensaciones que me despiertan.
No esperen poesía.
Si, instantáneas de mi alma femenina que anda pronta a parir.
Espero que les gusten.

Antes, después, justo...

Comencé el curso pre-parto, y de acuerdo con las predicciones de gente que sabe, es bastante flojo.
La charla del pediatra-muy mediático, él-resultó un bodrio. Mechado abundantemente con chistes que pretendían ser simpáticos, y que a nosotros nos parecieron decididamente inoportunos.
Énfasis en prevenciones y vacunas de todo tipo que realmente no ayudan a miedosos e inseguros padres, ni tampoco a los otros, creo yo.

Igual, yo me quedé pensando en algunas cosas.

Como por ejemplo en el "problema" de las respuestas maternas a las demandas de los bebés.

-No responder tarde, es decir: no dejar llorar, ni hacer esperar demasiado. (Bien por el doctor!)
-Tratar de comprender-probando posibles respuestas- que es lo que está pidiendo el bebé con su llanto. (Vale!!!)
-Y...no anticiparse...en esto me quedé pensando.
Yo tenía presente el sabio consejo del pediatra de los primeros años de mi hijo, que decía que si uno ya sabía, "por señales" que el bebé tenía hambre había que ofrecerle el pecho, porque cuando había llanto ya había dolor de pancita. No sé si eso es exactamente anticiparse, pero me suena bastante parecido.
Siempre pensé que la solicitud, era una virtud valorable en un adulto con un niño a cargo. Evita y anticipa malestares.
Entiendo que tampoco se puede hacer, sin que haya señal de necesidad, lo que a uno le parece con el bebé. Eso no sería bueno para que aprenda a decodificar sus sensaciones corporales, identificarlas y nombrarlas.
Pero en un punto, me parece sano, estar tan atento que uno pueda ante la menor señal, ir probando y acertar. Creo que ayuda a que un pucherito no devenga en llanto desconsolado en los minutos subsiguientes. Y sobre todo, evita que se sienta desesperado, desatendido o incomprendido.

En fin...en este tiempo en que estoy anticipando tantas cosas, pensando tanto en como será el después del nacimiento de nuestra segunda hijita...no es casual que divague sobre estos temas.
Estoy almacenando algunas cosas para no tener que salir corriendo a comprar cuando se acabe lo que hay en uso cuando esté nacida mi hijita. Por ejemplo, hoy compré fósforos y esponjita de lavar los platos para cuando se gasten.
Y me da un poco de risa de mi misma, porque me estoy volviendo previsora y organizada...

12.1.08

Dos panzas, dos personas, dos vivencias

Pensaba en éstos días, sobre lo diferentes que fueron mis dos embarazos en este aspecto: A diferencia de mi primer hijito, tengo la sensación que esta niñita toma la iniciativa para comunicarse. Tal vez estoy más receptiva. Con menos control.

Con Francisco, fue todo lleno de palabras. Yo le hablaba y le cantaba. Sentía que él respondía, y mucho. Pero que yo tomaba la iniciativa.

Con Guadalupe, siento que las entrañas son las que hablan. Que las manos son las que comunican. Que la piel es la que expresa. Y que es ella la que empieza el diálogo. Tal vez estoy más sensible. Menos cerebral.

No sé si era realmente así. Que F. respondía y que G. da el primer paso. Tal vez ambos hacían igual. Pero yo no estaba preparada para percibirlo.
Los años y la experiencia le dan al segundo hijo (y de ahi en adelante, más aún) otro espacio. Lo que faltará de dedicación exclusiva se ganará en espontaneidad, en dejar fluir. Me parece.

Como estoy

Me siento, corporalmente muy cansada.
Pareciera que toda mi fuerza estuviera puesta en mi vientre.
Sin embargo, a pesar de este intenso cansancio y pesadez, me siento contenta.
Mi nena sigue moviéndose enérgicamente. Responde a cada estímulo, a cada palabra.
Siento que estamos muy conectadas.
Me conmueve con sus sacudidas.
Me llena con su presencia en mi.
Siento contracciones frecuentes, siento como cede mi pelvis.
La siento cada vez más inminente.

Tengo expectativa, pero, igual que con el nacimiento de Francisco, estoy con más esperanza que miedo. Hay muchas más cosas habladas y vivenciadas. Y espero su nacimiento con mucho deseo.

Frente los malestares, (que, por otra parte, ceden con descanso) parezco desarrollar una fortaleza personal, interna, espiritual, emocional (el nombre que quieran darle) . No les voy a decir que no me quejo, porque lo hago. Pero es como si, por efecto de la alegría por algo más trascendente (como es esta vida creciendo en mi) pudiera ser capaz de afrontar y pasar los dolores cotidianos más entera.

Y pensaba, volando un poco, que tal vez en algo parecido, está el secreto de la felicidad. Integrar, entender, asumir los dolores. Que a nadie son ajenos en esta vida. Y disfrutar a pesar de eso, poniendo la mirada en lo realmente valioso. Yo que sé. Tal vez.

Lo que no dudo es que tanto para mi esposo como para mi, ver plasmado nuestro amor en un nuevo ser, nos llena de gozo.
Nos une más.
Renueva nuestra relación.
Nos lleva a un estado muy especial, en el que somos capaces, en lo cotidiano, de disfrutar uno del otro, mucho más intensamente.
Nos hace realmente felices y agradecidos.

10.1.08

Ver la luz

Un error involuntario en poner las etiquetas, dejó clasificada esta entrada, entre las del tema_ embarazo.
El error me hizo volver a mirar esa foto jugando con los símbolos.

Me evocó el dar a luz. El ver la luz por primera vez que se da en el nacimiento.
El abrirse. El dejar pasar y salir.

Asi que, bienvenido sea el error de la etiqueta, que ilustró las reflexiones que me rondan en éstos días.

8.1.08

50 días

Teoricamente, faltan 50 días para tener entre mis brazos a mi hijita.
Por supuesto que no sabemos cuando será el día.
Y que las estadísticas dicen que pocos bebés nacen en la famosa FPP.

Lo que si sabemos es que será cuando ella quiera. Será cuando Dios quiera.
Que la esperamos.
Que cada día la siento más cercana.
Que estoy con el corazón y el cuerpo dispuestos para dejarla salir.

Ayer tuvimos un intenso encuentro en el grupo.
Fue mi esposo.
Y charlamos cosas tan interesantes.
Y nos sentimos tan unidos.
Lo vi tan fuerte y protector.
Tan disponible, tan decidido.
Tan hombre. Tan padre.
Estoy feliz, emocionada.
Faltan sólo 50 días.

5.1.08

Manos

Aprovechando el resto de crema que cada noche, va en auxilio de la estirada piel de mi vientre; froto mis manos.
Hace un rato apenas, advertí que dedico bastante tiempo a ésto último. A suavizar mis manos.
Mi mente voló a pensar cuán importantes son las manos en la crianza de un hijito.

Quiero que sean suaves, para que mis caricias logren transmitir mi ternura.
Quiero que sean sanas, para que mi contacto cure.
Quiero que sean fuertes, para que mi sostén contenga.
Quiero que sean delicadas, para que cuando tenga que moverla, cambiarla, lavarla, lo hagan con respeto.
Quiero que sean ágiles, para que el mundo se le presente cómodo y sutil.
Quiero que sean lindas, para que abracen con belleza.
Quiero que sean bien "concientes" y mias, para que en cada contacto le hagan saber de todo mi amor.

Pensé que, después del contacto boca-pecho, las manos son, probablemente la parte de piel de la mamá que más contacto tiene con el bebé después de su nacimiento.
Me acordé de los conceptos de handling y holding de Winnicott y la importancia que él ve en éstas "operaciones" maternas para la construcción del vínculo madre e hijo.

Y estuve contenta por la crema y su ritual.
Y por mis manos, suaves, sanas, fuertes, delicadas, ágiles, lindas y mias.

3.1.08

Más sobre parto y dolor

Comparto fragmento extraído del libro: "Con el consentimiento del cuerpo" de Marie Bertherat, Therese Bertherat y Paule Brung

Cap. " Octavo Mes"

"23 de mayo

Agnés volvió a llamarme anoche; ¡ella, que me escribía sólo una vez al año! El hecho de saberse en el mismo estado que yo nos acerca.
"¿No tienes miedo de sufrir?", me preguntó.
"¿Y tú?"
"¡Claro, sí! ¿Tú no tienes?"
No, yo no tengo miedo. No es hacerme la valiente decir que no tengo miedo de algo que está en mí. Cualquiera que sea la forma, por el momento totalmente misteriosa, que vaya a adoptar mi dolor, éste me pertenecerá, ya me pertenece. El dolor del alumbramiento no será un dolor padecido. No tendrá nada que ver con el dolor del cuerpo herido, del cuerpo mortificado. Este último, estoy segura, corroe, envilece, disminuye. Merece ser anestesiado. No el del alumbramiento. No para mí. He oído a muchas mujeres hablar de ios dolores del parto como de un sufrimiento padecido. Para ellas la sensación dolorosa de las contracciones es intolerable, es una maldición transmitida de madre a hija, un pasaje obligado que, a la hora en que la farmacopea permite prescindir de él, resulta inacep­table. Acallar este dolor les parece vital. Las comprendo. Las com­prendo más aún por cuanto casi siempre se preparan para parir en ámbitos fríos e impersonales donde todo el mundo les habla sola­mente de penurias por atravesar o, por el contrario, de anestésicos ^milagrosos que las aliviarán.
Y sin embargo, ¿no es un engaño? ¿No hay otra cosa tras el discurso antidolorista de las mujeres? El miedo a lo desconocido, a emoción, el miedo a ser madre, el miedo a ser res­ponsable de otro ser. ¿Podrá una anestesia aliviar éstos miedos?
No hace mucho, una partera increíble me confió lo que le había enseñado su experiencia sobre el dolor del alumbramiento. Yo no había escuchado nunca un razonamiento igual y sin embargo, in­tuitivamente, lo siento profundamente exacto. Según ella, "lo que duele no es la contracción. Es el dolor que una lleva en sí, oculto. Lo que la contracción revela es el propio sufrimiento. Al empezar el trabajo, veo a menudo mujeres en lucha consigo mismas. Pelean contra la contracción. Sólo cuando logran contactar el sufrimiento que está en ellas, ceden y el dolor se atenúa. Hay que llegar a reconocer que el sufrimiento forma parte de uno mismo, que está en uno mismo, para que todo se aplaque".
Dejar que el dolor se exprese puede ser entonces profundamente necesario pues permite a la madre ayanzar en el conocimiento de sí misma, es decir, también de su propio nacimiento. Nacer una misma al dar la vida".

El invisible, lo flojo, los túneles, la escondida y la leche eterna.

El "coco" de mi hijo está funcionando a full. Y con el de él, el mio.

Las palabras, aparentemente inconexas del título de esta entrada, tienen un hilo conductor asombrosamente coherente y a tono con nuestra situación de éstos días.

Lo de "la leche eterna", fue una frase que "tiró" el otro día.
¿Qué?-dije yo.
"La de la mamá"-contestó él con una sonrisa.

Es probable que se haya quedado pensando en algo que habíamos estado hablando horas antes. De cómo iba a comer su hermanita. Y como había comido él. Y, supongo yo, habrá pensado si él no se habría tomado toda la leche posible.

El juego de la escondida y el invisible, se asocian directamente con la vida intrauterina. Y a sus inquietudes al respecto.
Hoy jugábamos a la escondida, y él decía que había que escondiderse en una bolsita de agua-sábanas-. (Más claro, echale agua) Cuando yo estaba escondida, palpaba mis pies y mi cabeza, como tratamos de hacer con su hermanita en la panza.

Los túneles (y también las vías de tren) se pueden asociar directamente con la cuestión del nacimiento y el pasaje por el canal de parto.

Por último, "el juego de la mano floja" y últimamente del "cuerpo flojo". (Que seguramente habrán jugado bajo el nombre de "muñeco de trapo".) Me pide que deje la mano floja y me la mueve a su gusto. Parece que me estuviera ayudando a prepararme para relajarme y dejar que llegue todo lo que sabemos que se juega a la hora de parir.

En fin.
Con éstos días de confinamiento obligado por el calor, como verán, no tengo como aburrirme.

Sobre quemado, reprendido. Y reflexiones posteriores.

Ayer cometí uno de tantos errores frecuentes y lamentables que solemos cometer los padres. Que fue retar a mi hijo después que se había accidentado.

Le acababa de advertir a F. que la comida estaba muy caliente. Pero aún asi decidió ponérsela a la boca. Y ocurrió lo que yo había querido prevenir. Se quemó.
Impulsada por una irreflexiva ira, lo reprendí, diciendo: "Viste, yo te dije". El famoso "viste, yo te dije". Sinceramente, me dio bronca que se accidentara, siendo que podría haberse evitado. Se me jugó el hecho de que no me escuchara y que la consecuencia haya sido negativa.
El hecho lo dejó a mi hijo llorando y enojado conmigo por un largo rato. Llorando, no tanto por la quemadura como por mi reto posterior.
Y a mi, pensando en cuanto tengo que aprender en varios aspectos.
Después de su noble perdón, viene mi reflexión, para evitar caer en el mismo error, más adelante, y en cosas más importantes.

Hay dolores que no se pueden evitar-a los hijos-. Los que son fruto de la experimentación, de la exploración, de querer arriesgarse, animarse a más. (De hecho, hace un tiempo que F. trata de comer la comida más caliente, antes, casi fria)

Y también que necesario es, para sufrir menos o en todo caso, sobrellevar mejor, que empaticen con nuestros dolores. Un trato descalificador en una situación dolorosa, nos hace sufrir el doble.

Yo le venía enseñando esto a mi hijo, de no minimizar el sufrimiento ajeno, ante tanto "no pasó nada" que se ve por ahi. A pesar de mi contraejemplo, creo que lo está aprendiendo. Porque sólo después que le pedí perdón y lo ayudé a poner en palabras cual era el motivo de su llanto, (Que le dolió que lo haya retado después de haberse quemado) se recompuso y me perdonó con total naturalidad y-hay que decirlo- nobleza y generosidad.

Espero, en muchos aspectos, que lo que con convencimiento practiqué en sus primeros años de crianza, dé sus frutos.
De bondad, de nobleza, de atención a las necesidades de los demás.
Sobre todo ahora, que está próxima la llegada de su hermana.
Que todo lo que nosotros, sus papás, le dimos a él, pueda disfrutar de dárselo también a su hermanita.