El choque fue una sacudida en estos días, que marcó un cambio de etapa. Salí de un período idílico y de sentirme fuerte y a cargo; para comenzar a transitar un camino de aqui hasta el nacimiento de mi hijita, con otro terreno bajo mis pies.
Raro. Por un lado estoy más introvertida, me cuesta más expresar mis sentires más profundos- habrán notado mis días de ausencia por estos lares-. Y a la vez me percibo
calculando más cosas concretas, intentando, como decimos en casa, preveer algunas condiciones para que este acontecimiento familiar sea eso, nada más y nada menos. Y no un hecho médico o institucional.
Siento cierta inminencia del acontecimiento, este
falta menos...que me llena de emoción y de cierta ansiedad.
Estoy más atenta. Pero a la vez más ajena a ciertas cosas.
Una charla con mi esposo, anoche, me dio la tranquilidad que necesitaba.
No tenemos que perder de vista que este es un acontecimiento de nuestra familia. Tenemos que poder elegir a nuestro criterio, dentro de las posibilidades las condiciones que queremos para la salida de nuestra hijita a este mundo. No tiene que ser tan difícil, es cuestion de preveer ciertas cosas.Algo así charlábamos.
Nuevamente la seguridad que él me inspira me hace descansar, confiar, volar, abrirme, sonreír.
Me dormí imaginándomela a nuestra hijita rodeada por mis brazos, durmiendo acurrucada en medio de nosotros dos.
Más o menos en el mismo lugar que queda mi panza, si me apoyo en mi costado derecho.
Sintiendo mis pechos como si ella fuera a mamar de mi en cualquier momento.
Recordando los primeros días de nuestro hijito mayor, con tanta felicidad y dolor intensamente mezclados.
Rogando a Dios ser dignos de tanto regalo, de estar a la altura de tanta maravilla gratuita. De entregarnos al movimiento que traerá este nuevo ser, para cambiar, para crecer, para amar.