16.2.06

Parir duele...y si!

La lectura de este post me evocó un momento crítico que tuve cuando estaba embarazada, esperando a Francisco, por ahora, mi único hijo.

Fue el momento en que, gracias a toda la información que recibí en el grupo de apoyo a la lactancia y crianza, al que concurrí desde el quinto mes, entré en severa crisis respecto del intervencionismo médico.

Yo no me animaba a parir en casa, pero si quería ser respetada durante el nacimiento de mi hijito. No quería que nazca antes de tiempo, quería el menor intervencionismo posible.

Mi médico es bastante respetuoso y humano, y si bien no está totalmente ajeno a las intervenciones médicas, escucha a las madres y acuerda que tipo de parto quieren según sus preferencias y necesidades. Pero me tenía conceptuada como muy poco sufrida, ñañosa, digamos; con umbral bajo para el dolor, quejosa. Así que (lo sé porque me lo dijo después que parí) dudaba, cuando recién me conoció, que yo podría llegar a tener un parto natural. Por que veía que me bancaba poco el dolor. Me lo dijo cuando nació mi hijito, agradeciéndome por ser su paciente.

No me puedo quejar. Es un muy buena persona, y muy buen profesional, le tengo muchísimo aprecio. Y la partera que trabaja con él, también. Espero que sean ellos quienes acompañen mi próximo parto.

Yo fui creciendo, a la par de Francisco en la panza, y para mi el dolor empezó a cobrar otro significado. Me pareció que tal cualquiera de las cosas importantes de la vida, de los crecimientos y los cambios, el dolor está presente como parte de la maduración, de lo que se pierde para ganar. Así que me pareció totalmente lógico y bueno, además el hecho de que traer un hijo al mundo, si en su primer momento se hace con placer, para dejarlo ir, y que vea la luz en el mundo, algo doloroso tiene que acontecer. Para él y para una, como madre.

Sumado a la información ( que nadie da, de los posibles peligros y desventajas de la anestesia peridural), la manija de mi madre - ex-estudiante de obstetricia y totalmente fanática de los partos naturales-, reflexión y el trabajo personal y con mi esposo (que me acompañó de una manera maravillosa) me hicieron llegar a la, para mi, muy feliz conclusión: traer un hijo al mundo; tiene que doler.

Habrá que decir que muchos lo ven como innecesario. Tal vez lo sea para algunos.
Pero yo hablo del dolor que tiene un sentido, del que hace grande al que lo pasa, no es masoquismo, sino estar a la altura de las circunstancias. Y no puedo decir que haya sido insoportable, no me dolió tanto (siempre lo digo a las mamás que están pensando en anestesia) como estaba preparada para soportar. Mi corazón estaba dispuesto a dar todo, y no hizo falta. Con un poco fue suficiente para ayudar a Francisco a venir a este mundo.

Para mi comprender esto fue lo que me hizo superar el miedo, las ñañas, dejarme acompañar por mi esposo, dejar que la naturaleza haga su trabajo, que yo ayude, con mi esfuerzo, a nacer a mi hijito.

Asi Francisco nació en una clínica, si (nada buena, por cierto) pero no hubo inmovilizaciones, ni ataduras, ni sueros, ni anestesia, ni monitoreos permanentes, ni enemas ni rasurados.

Hubo muchas cosas que no pudieron ser exactamente como queríamos pero estuvo todo bastante bien. Una episiotomía (según mi médico, indispensable en mi caso- me había dicho que las evitaba hasta las últimas consecuencias) y posición horizontal. Para lo segundo ya hay promesa de silla de parto y para lo primero calculo que es muy difícil tener un hijo más cabezón y enroscado en el cordón que el mío. Así que...hay altísima probabilidad de que no sea necesaria.

Al margen de esto puedo decir que Nunca tuve un dolor que me trajera tanta felicidad. Y que me hiciera tan mujer como el de dar a luz.

3 comentarios:

Vivi Briongos dijo...

Sabés que pensaba mientras terminaba de leerte que con mi primer parto mis conclusiones eran iguales, pero iguales a las tuyas.
Que la episio seguro que estaba bien (recuerdo el período de cicatrización como algo tan traumático como el parto intervenido) porque Lula era una bebé muuuuuuy grande y bastante 'cabezona' (3,650 kg y Valen 4,650), y demás conjeturas intentando justificar lo injustificable. Porque es verdad que lo único que importa, en definitiva, es que ya tenés a tu bebé en tus brazos y sólo querés correr a tu casa para disfrutarlo a solas y ser feliz con él.
Pero después, de a poco, algo me fue diciendo que se podía de otra manera, que mi futuro hijo y nosotros como papás nos lo merecíamos. Y así fue, y hoy, sé a ciencia cierta la diferencia de 'estuvo bastante bien' a 'parimos como quisimos, se respetaron nuestras necesidades y las del bebé, y somos muy felices por ello'.
Ojalá lo que deseás para tu próximo parto se dé.
Es algo que deseo de corazón, que ninguna mujer del planeta se pierda de esta sensación.
Gracias por leerme.

Beso.

Juan Ignacio dijo...

¡Muy lindo!

Colores dijo...

Hola! me encantó lo que escribiste! yo por el contrario quería tener a mi primer hijo por cesa´rea y fue natural y agradezco que mi médico no me haya hecho caso! La episiotomía seguro que no la tendrás en este segundo parto ya que con el segundo generalmente no es necesario. En mi caso fue así: el primero sí y la segunda no!
Bien!!! estaba súper feliz! Mucha suerte!!
Besos