En nuestra obligada caminata cotidiana con Francisco, en una de sus "vueltas manzana" (porque como no cruza la calle-tanto le taladré el cerebro con que por ahi van los autos-, cuando va caminando y no para, dobla, entonces es muy frecuente que recorramos las manzanas completas. Lo cual nos hace descubrir callecitas angostas y arboladas, con sorpresas como las de hoy: ¡gatos! Una cuadra repleta de gatitos de todos los colores. Iban saliendo de a uno de las casas y bajando de los árboles.
Imaginense a mi hijo, tan amante de los animales, y de los felinos en especial, la emoción que tenía. Tanto que les hablaba y cuando se le acababa el vocabulario acotado del que dispone, hablaba en una jerga inentendible (por lo menos para mi, tal vez los gatitos lo comprendían). Cuestión que nos pasamos casi una hora jugando, de lejos, eso sí, porque le gustan... pero que no se le vengan encima.
Había uno especialmente mimoso y gracioso que pasaba cerca y lo rozaba con su larga cola. Francisco exclamaba: ¡"En la mano, la cola"! Y así una y otra vez. También le mostraba su títere de león (nueva adquisición) y corría acercándose y alejándose. Arengaba a los más ariscos, para que corran con su ya clásico: "¡Vamos, corre!".
Disfrutamos de un lindo rato, con ese insólito tesoro encontrado a la vuelta de la esquina.
1 comentario:
que buenos es que le gusten los animales! hay mamas q se ponen medias obsesivas con los animales y enfermedades y no los dejan a los chicos tener mucho contacto con los bichos.
Y a ellos les gusta tanto!!!!!
viste que hasta en el garrahan hacen terapias con perros!?!?!
a mi los gatos me gustan, y con precaución juegan siempre con mi niñas! :-)
Publicar un comentario