26.5.05

Amamantar

Ya en trance de destetar (aunque todavía, creo tenemos para algunos meses más) quiero compartir lo que significa para mi esta maravillosa tarea de la crianza. Alimentar con la leche que yo misma produzco, transmitir por ella nutrientes, defensas y sobre todo, comunicarnos nuestro cariño y brindarle a mi hijito confortación y protección.

Desde que quedé embarazada el amamantar era un deseo y una expectativa especial. Sabía, desde la teoría psicológica lo bueno que puede ser para la salud de mi hijito. Como manifestación de apego afectivo, como integración del objeto de amor y de satisfacción, etc.

Cuando Francisco tenía 4 meses en la panza, Juan, mi esposo, me regaló un libro para mi cumple, llamado: "El arte de amamantar a su hijo", del Dr. Carlos Beccar Varela. Mi obstetra es sobrino de este notable pediatra. Más tarde nos enteramos, que atendía en su consultorio particular...enfrente de casa. Así, con Francisco, todavía en la panza, fuimos a conocerlo.

Una fantasía, que después no fue tal, sino una intuición...que tendría dificultades para amamantar, me hizo concurrir, desde el embarazo a un Grupo de apoyo a la lactancia materna, "Amamarte",en donde aprendí muchísimo. (Si tienen gente conocida embarazada y tiene intención de amamantar, o dificultades no duden en acudir a uno, ayuda mucho.)

Efectivamente, tuvimos dificultades. El nacimiento de Francisco fue maravilloso, por parto natural, sin intervenciones innecesarias y rodeado de mucho respeto.

Pero la clínica, elegida a último momento por problemas de la prepaga, no era muy respetuosa de la lactancia materna, y cuando pasó un día, sin que Francisco se prendiera al pecho, nosotros sabíamos que esto no quería decir nada, que los chicos nacen con reservas. (Además es, gracias a Dios, muy sano y tenía un buen peso: 3,350, que para una madre chiquita-no de edad, sino de talla- como yo, era bastante) se pusieron medio cargosos: que la glucosa del cerebro, que conviene darle algo, que conviene hacer análisis, etc.

Nos negamos a todo, ayudados por el pediatra de Francisco. (El Dr. autor del libro) Y la lucha hacia afuera, nos hizo distraer de la dificultad real que había. Ya en casa, Francisco había perdido más peso del esperado, hubo que reforzar su alimentación, hasta que aprendiera a prenderse bien, y yo a darle. Me extraía la leche con un sacaleche y se la dábamos, cada dos horas las 24 hs., nos turnabamos Juan y yo. Mientras aprendía a tomar por él mismo.

Fueron días difíciles...pero apoyándonos mutuamente, y recibiendo apoyo de la familia y de la gente del grupo, del médico...salimos adelante.

Además Francisco resultó un bebé con un crecimiento rápido, de talla más bien grande. (Salió al padre) Tanto que para no sentir hambre, el primer mes pedía mamar cada dos horas, y tomaba media hora de cada pecho. Resultado: una hora parada, una hora con él a upa, tomando la teta. Fue muy reparatorio para mi y para él.

Es muy misterioso y admirable esto de la lactancia materna, porque como sabrán, la producción láctea se regula de acuerdo a la demanda. Así mamá y bebé se sincronizan de acuerdo con la necesidad de alimento y de succión del chiquito. Como la leche se acumula, pero también se produce en el momento de la mamada, siempre hay leche. Siempre.

Para saciar la sed, la primera leche, para engordar y nutrir la segunda. Además de todos los beneficios emocionales que tiene este hábito, que implica mucho contacto, mucho sostén, mucha atención, tan necesaria para todo ser humano en sus primeros tiempos en este mundo...y siempre.

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