15.2.10

Dolor y esperanza

A todos nos gustaría que no existiera pero hay que reconocer, que el dolor tiene una razón de ser en la vida de las personas. No es agradable, no es bueno en si mismo, pero cuando no es devastador y puede ser tomado entremanos para luchar, posee un efecto transformador que nos hace mejores.
Por empezar, nos mantiene atentos y nos llama de nuestra dispersión.
Nos incita a reparar, nos enseña y nos hace madurar.
El dolor nos sacude y las cosas se ordenan.
El dolor nos molesta y nos importa lo importante y lo de más, menos.
Cuando el dolor es ajeno, de pacientes, de amigos, de seres queridos, el dolor además, invita a la acción. A la compasión, a la ternura, al cambio.
A estar, a dar. A pensar, a aliviar. A luchar, a cambiar.
También despierta gratitud y responsabilidad, para cuidar lo que se tiene, para apostar a más.
Y según creo, uno de los peores enemigos del sufriente es la desesperación, la desesperanza.
El sentirse víctima, sin fuerzas para torcer el destino.
Como si estuviera escrito, como si fuera más poderoso de lo que es.
En estos días de muchos sufrimientos para tantos, cercanos y lejanos, me hace bien recordar que la esperanza es lo que mantiene el motor encendido.
El corazón latiendo y las manos en movimiento.

2 comentarios:

Elenilla dijo...

Que razón tienes Mariana! En los momentos de crisis es cuando sale a relucir la solidaridad de la gente. Ves a muchos que casi no tienen para comer ellos y dan lo que pueden para ayudar a otros que lo necesitan más.

Menos mal que nos queda la esperanza porque sino, que mundo les vamos a dejar a nuestros hijos??

Un besito

María José dijo...

Nunca lo había pensado de esa manera (el dolor). Interesante.

CAriños