18.1.06

Compartiendo la experiencia

Las vacaciones fueron un placer. Disfrutamos un montón de la naturaleza, del paisaje, nos disfrutamos mutuamente con Juan y ambos disfrutamos de ver a Francisquito tan entusiasmado con todo lo que veía. El lugar era ideal para nosotros, tranquilo, muy tranquilo y agreste. Y nuestro hijito ha heredado nuestro gusto por ese tipo de lugares.
Era una delicia verlo disfrutar de pisar el pasto, jugar a tirar piedritas al arroyo o quedarse mirando el viento mover las hojas de los árboles.
Preguntaba todo el tiempo: ¿Qué hay en el bosque? Y buscaba leones, tigres y "papus" por todos lados. En todos los charquitos buscaba peces y siguía los viajes de los pajaritos por entre las cumbres.
Es increíble como ver disfrutar a otro, especialmente con la frescura que lo hacía mi hijito, multiplicaba mi capacidad de dejarme tomar por la belleza del paisaje, la calma, el aire y cada sensación aromática, sonora, táctil.
Los amaneceres que pudimos disfrutar gracias a un par de desvelos de Francisco fueron regalos preciosos.
También hubo visitas: al Museo del vino, La casa de Fader, a Puente del Inca (al que no se podía bajar porque hay peligro de derrumbe), varios lugares históricos y algunos sitios más.
Cada curva de la ruta ofrecía un nuevo panorama, digno de un cuadro.
Largas horas de charlas, de paseos, de contemplar todo ese entorno maravilloso nos hicieron muy bien. Descansamos en el más justo sentido de la palabra.

1 comentario:

Vivi Briongos dijo...

Qué alegría! A eso sí yo llamo vacaciones.

Besos.